Carta a Movistar II (del inquietante caso de un teléfono difunto que sonaba en la factura)

Estimado/a Movistar (Telefónica):

No sé si te acuerdas de mi. Te escribí hace unos meses, e incluso hablé con tu Director de Reclamaciones sobre ese hábito que tienes de alterar los contratos de tus clientes, y sobre tus extrañas políticas de información. Tú le dijiste que se pusiera en contacto conmigo.

En este tiempo he aprendido que ser cauto con compañías como tú no es suficiente, y que cada fin de mes hay que estar muy atento al golpe de tu factura «inteligente». Pero, por más que me lo propongo, tus argucias van siempre por delante de mis torpes reflejos.

El día 22 de junio di de baja un terminal de una línea fija, por el que estabas cobrándome 7€ al mes, y lo retorné a un distribuidor tuyo, siguiendo tus indicaciones. Pasó el verano,  y revisando facturas, observé que continuabas cargando en mi cuenta los 7€ al mes por adelantado. Tres meses recaudando por un teléfono fantasma.

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Tu contestación a mi inmediata reclamación para exigir la devolución de los cargos indebidos fue: «No se cobrará más…».

Ayer recibí la nueva factura. Tal y como me temía (y me esperaba, porque ya nos conocemos) sigues cobrando 7€ por un teléfono que lleva de baja casi 4 meses, y van ya 28€. Además, he descubierto que has estado arañando dos euros más al mes, por un servicio de identificación de llamada. Un servicio que nunca solicité y que tampoco tuve.

Cuota más prebendas y dos euritos de «auto-propina». Todo vale para compensar tu diáspora de clientes. Porque el beneficio del juego es tuyo, y las pérdidas, de todos.

Otra reclamación. Más tiempo valioso perdido dedicado a evitar tu saqueo continuo de mi cuenta bancaria, con goteos de pequeñas cantidades que suman, «error a error», mes a mes; muchos euros, y que multiplican, cliente a cliente, muchos millones de euros. Tima con sutileza, y timarás más.

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Pero no es la cantidad, tanto como su simbolismo. Porque resulta deprimente observar la proliferación metastásica de compañías con una cultura empresarial podrida, al servicio del dinero rápido, donde el cliente es un bien de abusar y tirar.

Como publicista, me llamó la atención el giro que diste a tu identidad visual. Un rediseño para vestirte de niño, y que no surge de un brote de inspiración ajeno a todo esto. Tus formas y tonos pantones vivos son la proyección artificiosa de valores infantiles utópicos, de inocencia, espontaneidad, ingenuidad, creatividad. Anhelos imposibles para tu esencia, que es de un gris muy sórdido. 

El tiempo dirá a tus hombres y mujeres corporativos si les mereció la pena vender su alma a un diablo y a una cuenta de resultados, si es que sus codicias o sus disonancias cognitivas se lo permiten.

Y mientras, ya he recibido la respuesta a mi reclamación: «No te cobramos más, pero no devolveremos el dinero de los meses anteriores. No nos consta que solicitaras la baja de tu terminal».

Ahora sí. Hasta aquí hemos llegado.

Tanto patrocinio, tanto CRM, tanta publicidad, tanta brand key, branded content, branded talks, branded monserga; tanta cancioncilla indie cursi en las esperas... 

Tanto, para esto: ¡VETE AL CARAJO!

Hip0ctc

bn

Carta a Movistar

3G, 4G, 5… !Chof!

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